Juan Alfaro, el “gran roble” que cumplió 100 años bien vividos, en Siete de Abril
Nació en San Jacinto, Bolívar, en 1924. Pilar fundamental de su amplia descendencia.
Dieciséis años antes de que fueran fundados los Gaiteros de San Jacinto, en la tierra de ‘La hamaca grande’, en Bolívar, vio la luz de la vida Juan Alberto Alfaro Castellar, y este domingo, rodeado de hijos, nietos, bisnietos y tataranietos, en su vivienda del barrio Siete de Abril, en el suroccidente de Barranquilla, contaron “historias sagradas que, antepasados, recuerdo esconden”.
Don Juan, rodeado del cariño y amor de familiares, amigos y vecinos, celebró sus 100 años.
Transcurridas diez décadas, y aunque su energía no es la misma, don Juan Alberto Alfaro Castellar sigue en pie.
Sentado en la terraza de su casa con camisa guayabera blanca, un sombrero vueltiao, pantalón gris y sandalias tres puntá, Alfaro Castellar recibió a sus invitados con lo que más le caracteriza: su sonrisa.
Y es que a simple vista se ve a un abuelito lleno de vida, su vista aún capta imágenes a cierta distancia.
Aunque algunos malestares de salud han estado presente en los últimos años, para llegar al centenario de existencia, esos quebrantos de salud no lo han podido vencer. Por el contrario, sigue disfrutando cada segundo pues aún se vale por sí solo, no es diabético ni hipertenso.
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Con su despampanante sonrisa y miles de recuerdos revoloteando por su cabeza, Juan Alberto ha sido sinónimo de perseverancia, valentía y dedicación.
Sacó adelante a sus 11 hijos (Zeima Esther, Hortensia, Mercedes Yolanda, Nancy Cecilia, Arlines Magola, Sixta Tulia, Mary Estella, Juan Alberto, Luis Hernando, Néstor Alfonso y Pedro Eustaquio) al lado de su señora esposa Sixta Tulia Lora Martínez, una mujer comprensiva, atenta y servicial. Ambos dedicaron sus vidas a educarlos bajo valores y con mucho sacrificio.
Aunque la respiración de su esposa se acorta con el pasar de los días, ella sigue fiel compromiso que juraron ante el altar, pues con 94 años continua al lado del hombre con quien formó un hogar sólido y duradero.
A pesar de muchos sacrificios su único deseo siempre fue velar por Sixta Tulia Lora Martínez y sus hijos. Aun cuando las condiciones no eran las mejores a ellos nunca les faltó el alimento en la mesa, paciente esperaron hasta que la economía del hogar mejorara para poder estudiar.
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Sus manitos arrugadas reflejan toda una descendencia que ha visto crecer, incluso la muerte de tres de sus hijas, un dolor que acompaña sus 100 años.
Este abuelito fue artesano y campesino cultivando tabaco amargo, maíz, ñame y yuca, en los Montes de María “a punta de machete”. También estuvo en la compra y venta de pescados traídos del Magdalena.
Su legado se evidencia en una familia que continúa su ejemplo y valores. Sus hijos, nietos, bisnietos celebraron este domingo el centenario de un hombre trabajador y guerrero cuya integridad y amor han dejado una huella imborrable en cada uno de ellos.
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Don Juan Alberto conserva una salud envidiable a esa edad y un espíritu jovial que inspira a todos los que lo rodean.
Juan Alfaro Lora, uno de sus hijos, expresa con emoción la felicidad de la familia al honrar la vida y legado de este abuelito, a quien consideran el “gran roble”, símbolo de fortaleza y sabiduría.